11-M :Juan Souto Coelho.- De Libertad Digital
Un atentado, tan bien preparado para no fallar, sólo puede ser obra de gente más entrenada en seguridad que en terrorismo. Esta afirmación me ha sugerido la reflexión de hoy. Yo entiendo que los tiempos no invitan a la reflexión. Vivimos en un contexto educativo poco reflexivo, en una cultura de la imagen más que del texto, miramos mucho y vemos poco; por eso me gustaría ofrecer un punto de vista que no encontré estos días en los medios.
El 11M no puede convertirse en una fecha sólo para el sentimiento, la emoción y alguna que otra diatriba entre vencedores y vencidos, inocentes y culpables. El 11M no es sólo un hecho trágico de nuestra historia reciente. Yo creo que debe ser tomado como una estructura del mal que, desde una lectura creyente, podemos calificar como estructura de pecado.
La enseñanza de Juan Pablo II al respecto debe ser recordada en este momento. Documentos tan significativos como Reconciliatio et penitentiae, en el n. 16 y Sollicitudo rei socialis, n. 36, nos ayudan a reflexionar sobre esa dimensión. Añadirla a todos los reportajes, recuerdos, informes y hasta manipulaciones escandalosas, es una expresión profunda de solidaridad con el dolor de los familiares, el respeto a las vidas de las víctimas y una forma de responsabilidad ciudadana. Por otro lado, no podemos asistir callados al carpetazo preparado por la pseudocomisión de investigación, que parece interesada en tapar que el 11M (y los días siguientes, de manera inseparable) fue un golpe político pensado para cambiar el Gobierno y el rumbo de la política en España.
El 11M, en sí mismo y en la expansión de sus efectos, es una estructura del mal. Como tal es fruto de la acumulación y concentración de muchos actos personales de quien ha engendrado, favorecido o explotado la iniquidad del plan; de quien, pudiendo hacer algo por evitar, eliminar o, al menos, limitar determinadas consecuencias sociales, no lo hizo por complicidad o indiferencia. Esta suma de factores negativos, que actúa contrariamente a una verdadera conciencia del bien común, forma una estructura del mal, que se refuerza, se difunde y es fuente de otros males, condicionando la conducta de las personas.
Desde el 11M, demasiadas cosas suenan a golpe, ruptura, amenaza, enfrentamiento y chantaje. En las relaciones con la Iglesia, Zapatero ha optado por la laicidad combativa, es decir, por el laicismo, antes que por la laicidad sana, que exige respeto mutuo y cooperación sincera. El Comisionado Peces-Barba se ha revelado inútil y perjudicial; ha servido para enfrentar a los vivos y repartir a los muertos. En la construcción de una nación para todos, parecen dispuestos a sacrificar los bienes mayores de la convivencia y la solidaridad, condiciones del bien común, a cambio de cuotas seguras de poder. Es demasiado grande el cúmulo de errores y enfrentamientos estériles desde el 11M, en todos los ámbitos de la vida socio-política.
Por eso, no querer investigar este golpe político en toda la verdad de los hechos, es enterrar semillas de muerte en el seno de la sociedad española. Los partidos políticos beneficiados por la onda expansiva de la masacre han amañado unas sesiones “de investigación” escandalosas y, como colofón, unas conclusiones apresuradas con la pretensión de tapar, pasar página y, dicen, mirar hacia adelante. ¿Tienen en cuenta que esta conducta no genera confianza y abre la posibilidad, al menos, de que pensemos que este proceder obedece a algún motivo oscuro?
Para mirar al futuro con esperanza hay que iluminar primero el presente, con el esclarecimiento de la verdad de los hechos. El bien común exige que los poderes públicos pongan de su parte todos los medios para que la verdad resplandezca y la historia no se convierta en arma arrojadiza entre vencidos y vencedores, inocentes y culpables.
Además, surge la pregunta: ¿Quiénes gestionan la superación de esa estructura del mal, que es el 11M? La respuesta no produce tranquilidad, pues es conocido que son los mismos de los años de la corrupción del felipismo, de los crimines de los GAL, de la injusticia de Rumasa, del enriquecimiento personal con el dinero público… Y tengo que preguntarme: ¿No hay socialistas con más sentido de la dignidad y de la política, dispuestos a prestar un servicio honrado a la comunidad?
Para superar esta estructura del mal hacen falta personas con gran capacidad de hacer el bien, de buscar y expresar la verdad; personas con sentido de la dignidad humana, de reconciliación y de diálogo; personas de gran corazón y mente abierta… Las estructuras del mal solamente se vencen mediante estructuras y actitudes opuestas. Porque una estructura del mal sólo engendra mal si no se sabe vencer el mal con el bien, como decía Juan Pablo II en el último mensaje de la Jornada de Oración por la Paz.
Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social "León XIII
El 11M no puede convertirse en una fecha sólo para el sentimiento, la emoción y alguna que otra diatriba entre vencedores y vencidos, inocentes y culpables. El 11M no es sólo un hecho trágico de nuestra historia reciente. Yo creo que debe ser tomado como una estructura del mal que, desde una lectura creyente, podemos calificar como estructura de pecado.
La enseñanza de Juan Pablo II al respecto debe ser recordada en este momento. Documentos tan significativos como Reconciliatio et penitentiae, en el n. 16 y Sollicitudo rei socialis, n. 36, nos ayudan a reflexionar sobre esa dimensión. Añadirla a todos los reportajes, recuerdos, informes y hasta manipulaciones escandalosas, es una expresión profunda de solidaridad con el dolor de los familiares, el respeto a las vidas de las víctimas y una forma de responsabilidad ciudadana. Por otro lado, no podemos asistir callados al carpetazo preparado por la pseudocomisión de investigación, que parece interesada en tapar que el 11M (y los días siguientes, de manera inseparable) fue un golpe político pensado para cambiar el Gobierno y el rumbo de la política en España.
El 11M, en sí mismo y en la expansión de sus efectos, es una estructura del mal. Como tal es fruto de la acumulación y concentración de muchos actos personales de quien ha engendrado, favorecido o explotado la iniquidad del plan; de quien, pudiendo hacer algo por evitar, eliminar o, al menos, limitar determinadas consecuencias sociales, no lo hizo por complicidad o indiferencia. Esta suma de factores negativos, que actúa contrariamente a una verdadera conciencia del bien común, forma una estructura del mal, que se refuerza, se difunde y es fuente de otros males, condicionando la conducta de las personas.
Desde el 11M, demasiadas cosas suenan a golpe, ruptura, amenaza, enfrentamiento y chantaje. En las relaciones con la Iglesia, Zapatero ha optado por la laicidad combativa, es decir, por el laicismo, antes que por la laicidad sana, que exige respeto mutuo y cooperación sincera. El Comisionado Peces-Barba se ha revelado inútil y perjudicial; ha servido para enfrentar a los vivos y repartir a los muertos. En la construcción de una nación para todos, parecen dispuestos a sacrificar los bienes mayores de la convivencia y la solidaridad, condiciones del bien común, a cambio de cuotas seguras de poder. Es demasiado grande el cúmulo de errores y enfrentamientos estériles desde el 11M, en todos los ámbitos de la vida socio-política.
Por eso, no querer investigar este golpe político en toda la verdad de los hechos, es enterrar semillas de muerte en el seno de la sociedad española. Los partidos políticos beneficiados por la onda expansiva de la masacre han amañado unas sesiones “de investigación” escandalosas y, como colofón, unas conclusiones apresuradas con la pretensión de tapar, pasar página y, dicen, mirar hacia adelante. ¿Tienen en cuenta que esta conducta no genera confianza y abre la posibilidad, al menos, de que pensemos que este proceder obedece a algún motivo oscuro?
Para mirar al futuro con esperanza hay que iluminar primero el presente, con el esclarecimiento de la verdad de los hechos. El bien común exige que los poderes públicos pongan de su parte todos los medios para que la verdad resplandezca y la historia no se convierta en arma arrojadiza entre vencidos y vencedores, inocentes y culpables.
Además, surge la pregunta: ¿Quiénes gestionan la superación de esa estructura del mal, que es el 11M? La respuesta no produce tranquilidad, pues es conocido que son los mismos de los años de la corrupción del felipismo, de los crimines de los GAL, de la injusticia de Rumasa, del enriquecimiento personal con el dinero público… Y tengo que preguntarme: ¿No hay socialistas con más sentido de la dignidad y de la política, dispuestos a prestar un servicio honrado a la comunidad?
Para superar esta estructura del mal hacen falta personas con gran capacidad de hacer el bien, de buscar y expresar la verdad; personas con sentido de la dignidad humana, de reconciliación y de diálogo; personas de gran corazón y mente abierta… Las estructuras del mal solamente se vencen mediante estructuras y actitudes opuestas. Porque una estructura del mal sólo engendra mal si no se sabe vencer el mal con el bien, como decía Juan Pablo II en el último mensaje de la Jornada de Oración por la Paz.
Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social "León XIII
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