Geropsiquiátricas
GEROPSIQUIÁTRICAS.
A mi cuñado
Faustino Calero López
0
Laboró como activo y dúctil empresario.
Desarrolló intuiciones con las que adivinaba
Dónde estaba la clave de la esencia
De producir quehaceres y acopiar beneficios.
Hoy, su mente entumecida
Parece que ni siente,
ni percibe los acontecimientos.
I
Silencio.
Porque ya no hay cuadernos de bitácora;
Porque el silencio es una desidia del silencio.
Se producen miradas transidas de silencio.
Sólo el silencio impera:
No el de las catedrales,
No el de bosques, ni las empalizadas,
De los pasillos limpios donde el ángel
Presta su ayuda a los desheredados.
Solo se ven acantilados en silencio;
Como en una pantalla sin sonidos….el silencio.
Acaso los sonidos se han quedado
Dentro del órgano, sin salir afuera.
Sus trompetas se han vuelto reducidas
A embudos del silencio.
En los espejos brillan escenas impasibles,
Viejos daguerrotipos como cuadros antiguos,
Sin vida y sin sonido…..Suman, suman silencios
Que confunden los fondos celestes y paisajes,
Como jirones de ángeles desgarrados al viento.
La resultante es el silencio.
Viejas locomotoras mezclan itinerarios
Con galopes selváticos de los lobos del tiempo,
Que surgen de la niebla en estampas aisladas;
Manadas inconexas que a lo ambiguo retornan.
Sus miradas son fieras, sus ojos lloran sangre,
Porque nada convierte su devenir en tacto.
Hoy impera el silencio del silencio……………..
Nada llena sus sueños porque está destrozado
Ese molde que encaja las cosas en la vida.
Porque impera el silencio……..Otra vez el silencio.
Hay trenes sin raíles y huracanes sin bosques
Y se doblan las líneas de luz de las estrellas.
Las campanas resuenan torpes y destempladas,
Como si procedieran del fondo de un océano,
De silencio, en el silencio………….
¿Quién está en esta área de geografía intrínseca,
Si no encajan las piezas, ni en la luz, ni en las sombras?
Porque esto son mazmorras de silencio… y silencio.
No son estos paisajes lugares habituales.
Son ráfagas de antiguas experiencias concretas.
Porque al final domina la masa del silencio.
II
Este hombre fue habitante y rey del universo.
Está hoy desposeído. Le han robado el lenguaje.
Le brotan las palabras como vivencias vacuas
Sin enlazar, sin génesis de significaciones.
Brotan insustanciales, no tienen vocación
de expresar contenidos de lo que le acontece.
Ni de silencio; son alondras con las alas
quebradas, que no vuelan. Su canto no remonta.
Ni remueve los ámbitos de auroras, ni de ocasos.
Se perciben anónimas y angostas turbulencias.
Trenes que no remueven capas del horizonte.
Ruedan, se paran y sus unidades sueltas
Aparecen varadas en paisajes ficticios.
Sus pisadas son leves. Sus pasos vacilantes,
Porque ya no percibe que el tiempo es continente
De estancia perentoria que otros medirán.
III
¿Dónde aquella apariencia decidida y altiva
Que incitaba al contacto?. Apareció su lacia
blancura del cabello. Los ojos de apagada
Mirada y los ajados vestigios de una loza-
nía que trascendía. Pasea su presencia
Como una sombra y sabe, y lo olvida, que todas
Las delicias no tienen portadora; que el hueco
Que deja con su paso no ha de ser percibido.
Le toca ser ausente en presencia de deudos
Y de amigos y ambientes. Sólo el cuerpo responde.
Algo le dice que su paso está y no está
En donde los encuentros se hacen vitales fuentes.
No percibe los signos que le anuncian el tránsito.
IV
Camina dubitando, no percibe el ambiente,
Ni su voz comunica su fría soledad.
Está todo el paisaje llamándole y tentando
A su contemplación, pero nada percibe.
Allá la sierra humana y acá los prados verdes
Donde corren, transitan, el jabalí y el gamo.
Matabueyes a un lado, allá Cabeza Grande.
Es igual cuanto exista, ya no tiene en su mente
Afán por la aventura de gozar de la luz,
Ni de sentir la nueva tibieza de la brisa.
Ni aprovechar el leve calor de los que llegan
A entristecerse junto a tanta soledad.
V
No tiene en sus dominios la antorcha dominante
Que ilumina esa honda espera que es la vida.
Viaja por sobre un rayo de colores diversos
Donde nada hay preciso. Se adelantan siluetas
Mudas de las presencias que fueron. Se vislumbran
Nuevos atardeceres que no se consolidan.
Ni siquiera lo amargo tiene forma precisa.
Se desprenden del ámbito, como frutas maduras,
Todos los objetivos, que a veces comparecen,
Y un túnel va cubriendo cuanto a él le incitaba
A vivir cada día. Ni del viento utiliza
rastros para que el gozo muestre la certidumbre
De que está el universo dispuesto a sonreírnos;
La aptitud del contacto es parte de nosotros.
Y en estas singladuras, estando, se ha evadido.
VI
Todo sucede dentro de la sima o la célula.
Viajeros se apresuran, inercias se confunden,
Se acopian sinfonías y se agrupan palabras.
Todas en desconcierto, nada es inteligible,
Hasta que ese vacío es suma de apariencias.
El sujeto no accede al propio entendimiento.
Se desarma su mente y los demás ignoran
Cuanto pasa en los surcos de su cerebro activo.
Y la biología enerva los dominios
Del gozo y el recuerdo de cuanto hubo soñado.
Nada añade a su aspecto, ni asume con su ruina.
No acrece su apariencia con datos de su entorno,
Para la piel luciente y el pelo lacio y fuerte.
Se fueron los instintos de parecer más bellos
Y sobreviven en sazón de acabamiento.
VII
Embriaga a su razón el viento de la aurora.
Se ha ausentado el compendio feliz de su destino
Y hay asomo de fatuas impresiones de encanto
En conceptos sensibles al don de la palabra.
No aprecia convergencias en los significados.
Cada día es un largo deambular sin sentido.
No hay metas, y no hay lejos ni cercas, sólo orgánicas
Presencias sin matices, sin articulaciones.
Sus palabras, sus pasos y sus acciones son
Dudosas, incoherentes, fugaces, imposibles.
Una ausencia de luna o de sol ha tronchado
La concordancia de ideas y palabras.
Se alejan, se difunden, entran en nebulosos
Espacios, sin salirse de la contigüidad.
VIII
Los espacios no son su imperativo ámbito.
Le imponen, le acometen y le asombra que existan,
Un principio maléfico le ha distorsionado
El enlace ancestral de entornos y palabras.
Esa extensión deriva al asombro y no entiende
Lo vasto en el contexto de vidas encauzadas,
De inevitables pautas, donde los seres signan
Los caminos delebles. Se va desmoronando
El edificio de consistencias. Ya no
Porfiará en sus propósitos de hacer crecer su asombro,
En los acaeceres de su biografía.
Porque sólo la aurora y el ocaso despliegan
La estatura, sin surcos, de nuestra propia sombra.
Y en él, alba y ocaso se han desinstalado.
28 de Junio de 2008
Pasaron más paisajes y asumió
La identidad del Universo.
Con paso quedo, sin sentir la tarde,
Cayó en las redes donde no está el tiempo
Y, en una leve aspiración,
Dobló la esquina de la calle
De la ausencia de voces y silencio.
A mi cuñado
Faustino Calero López
0
Laboró como activo y dúctil empresario.
Desarrolló intuiciones con las que adivinaba
Dónde estaba la clave de la esencia
De producir quehaceres y acopiar beneficios.
Hoy, su mente entumecida
Parece que ni siente,
ni percibe los acontecimientos.
I
Silencio.
Porque ya no hay cuadernos de bitácora;
Porque el silencio es una desidia del silencio.
Se producen miradas transidas de silencio.
Sólo el silencio impera:
No el de las catedrales,
No el de bosques, ni las empalizadas,
De los pasillos limpios donde el ángel
Presta su ayuda a los desheredados.
Solo se ven acantilados en silencio;
Como en una pantalla sin sonidos….el silencio.
Acaso los sonidos se han quedado
Dentro del órgano, sin salir afuera.
Sus trompetas se han vuelto reducidas
A embudos del silencio.
En los espejos brillan escenas impasibles,
Viejos daguerrotipos como cuadros antiguos,
Sin vida y sin sonido…..Suman, suman silencios
Que confunden los fondos celestes y paisajes,
Como jirones de ángeles desgarrados al viento.
La resultante es el silencio.
Viejas locomotoras mezclan itinerarios
Con galopes selváticos de los lobos del tiempo,
Que surgen de la niebla en estampas aisladas;
Manadas inconexas que a lo ambiguo retornan.
Sus miradas son fieras, sus ojos lloran sangre,
Porque nada convierte su devenir en tacto.
Hoy impera el silencio del silencio……………..
Nada llena sus sueños porque está destrozado
Ese molde que encaja las cosas en la vida.
Porque impera el silencio……..Otra vez el silencio.
Hay trenes sin raíles y huracanes sin bosques
Y se doblan las líneas de luz de las estrellas.
Las campanas resuenan torpes y destempladas,
Como si procedieran del fondo de un océano,
De silencio, en el silencio………….
¿Quién está en esta área de geografía intrínseca,
Si no encajan las piezas, ni en la luz, ni en las sombras?
Porque esto son mazmorras de silencio… y silencio.
No son estos paisajes lugares habituales.
Son ráfagas de antiguas experiencias concretas.
Porque al final domina la masa del silencio.
II
Este hombre fue habitante y rey del universo.
Está hoy desposeído. Le han robado el lenguaje.
Le brotan las palabras como vivencias vacuas
Sin enlazar, sin génesis de significaciones.
Brotan insustanciales, no tienen vocación
de expresar contenidos de lo que le acontece.
Ni de silencio; son alondras con las alas
quebradas, que no vuelan. Su canto no remonta.
Ni remueve los ámbitos de auroras, ni de ocasos.
Se perciben anónimas y angostas turbulencias.
Trenes que no remueven capas del horizonte.
Ruedan, se paran y sus unidades sueltas
Aparecen varadas en paisajes ficticios.
Sus pisadas son leves. Sus pasos vacilantes,
Porque ya no percibe que el tiempo es continente
De estancia perentoria que otros medirán.
III
¿Dónde aquella apariencia decidida y altiva
Que incitaba al contacto?. Apareció su lacia
blancura del cabello. Los ojos de apagada
Mirada y los ajados vestigios de una loza-
nía que trascendía. Pasea su presencia
Como una sombra y sabe, y lo olvida, que todas
Las delicias no tienen portadora; que el hueco
Que deja con su paso no ha de ser percibido.
Le toca ser ausente en presencia de deudos
Y de amigos y ambientes. Sólo el cuerpo responde.
Algo le dice que su paso está y no está
En donde los encuentros se hacen vitales fuentes.
No percibe los signos que le anuncian el tránsito.
IV
Camina dubitando, no percibe el ambiente,
Ni su voz comunica su fría soledad.
Está todo el paisaje llamándole y tentando
A su contemplación, pero nada percibe.
Allá la sierra humana y acá los prados verdes
Donde corren, transitan, el jabalí y el gamo.
Matabueyes a un lado, allá Cabeza Grande.
Es igual cuanto exista, ya no tiene en su mente
Afán por la aventura de gozar de la luz,
Ni de sentir la nueva tibieza de la brisa.
Ni aprovechar el leve calor de los que llegan
A entristecerse junto a tanta soledad.
V
No tiene en sus dominios la antorcha dominante
Que ilumina esa honda espera que es la vida.
Viaja por sobre un rayo de colores diversos
Donde nada hay preciso. Se adelantan siluetas
Mudas de las presencias que fueron. Se vislumbran
Nuevos atardeceres que no se consolidan.
Ni siquiera lo amargo tiene forma precisa.
Se desprenden del ámbito, como frutas maduras,
Todos los objetivos, que a veces comparecen,
Y un túnel va cubriendo cuanto a él le incitaba
A vivir cada día. Ni del viento utiliza
rastros para que el gozo muestre la certidumbre
De que está el universo dispuesto a sonreírnos;
La aptitud del contacto es parte de nosotros.
Y en estas singladuras, estando, se ha evadido.
VI
Todo sucede dentro de la sima o la célula.
Viajeros se apresuran, inercias se confunden,
Se acopian sinfonías y se agrupan palabras.
Todas en desconcierto, nada es inteligible,
Hasta que ese vacío es suma de apariencias.
El sujeto no accede al propio entendimiento.
Se desarma su mente y los demás ignoran
Cuanto pasa en los surcos de su cerebro activo.
Y la biología enerva los dominios
Del gozo y el recuerdo de cuanto hubo soñado.
Nada añade a su aspecto, ni asume con su ruina.
No acrece su apariencia con datos de su entorno,
Para la piel luciente y el pelo lacio y fuerte.
Se fueron los instintos de parecer más bellos
Y sobreviven en sazón de acabamiento.
VII
Embriaga a su razón el viento de la aurora.
Se ha ausentado el compendio feliz de su destino
Y hay asomo de fatuas impresiones de encanto
En conceptos sensibles al don de la palabra.
No aprecia convergencias en los significados.
Cada día es un largo deambular sin sentido.
No hay metas, y no hay lejos ni cercas, sólo orgánicas
Presencias sin matices, sin articulaciones.
Sus palabras, sus pasos y sus acciones son
Dudosas, incoherentes, fugaces, imposibles.
Una ausencia de luna o de sol ha tronchado
La concordancia de ideas y palabras.
Se alejan, se difunden, entran en nebulosos
Espacios, sin salirse de la contigüidad.
VIII
Los espacios no son su imperativo ámbito.
Le imponen, le acometen y le asombra que existan,
Un principio maléfico le ha distorsionado
El enlace ancestral de entornos y palabras.
Esa extensión deriva al asombro y no entiende
Lo vasto en el contexto de vidas encauzadas,
De inevitables pautas, donde los seres signan
Los caminos delebles. Se va desmoronando
El edificio de consistencias. Ya no
Porfiará en sus propósitos de hacer crecer su asombro,
En los acaeceres de su biografía.
Porque sólo la aurora y el ocaso despliegan
La estatura, sin surcos, de nuestra propia sombra.
Y en él, alba y ocaso se han desinstalado.
28 de Junio de 2008
Pasaron más paisajes y asumió
La identidad del Universo.
Con paso quedo, sin sentir la tarde,
Cayó en las redes donde no está el tiempo
Y, en una leve aspiración,
Dobló la esquina de la calle
De la ausencia de voces y silencio.
Etiquetas: El del título, Libro de poesía, Poemas diversos, Temas municipales
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