Presentación libro "Egelasta" de Lola Vicente
PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE POESÍA “EGELASTA” DE LOLA VICENTE,
La presentación de un libro debe contener una explicación que, de alguna manera, justifique por qué el autor, autora en este caso, sintió la necesidad de escribirle. También debe contener las notas distintivas del contenido de la obra, a fin de que el lector pueda disfrutar mucho más en la lectura. Y posibilitar que el lector llegue más al fondo de su contenido.
Desde la lectura atenta de EGELASTA, interpreto que es un desahogo o una liberación del corazón de la autora, por todos los hechos luctuosos que le han acontecido. Algunos fueron traumáticos. Muchos espejos se le rompieron y siguió adelante como la mujer fuerte que es. Recordamos de Capítulo 31 de los Proverbios: “La mujer fuerte ¿quién la hallará?.... Se ciñe de fortaleza y esfuerza sus brazos........Se reviste de fortaleza y de gracia y sonríe ante el porvenir…..La sabiduría abre su boca y en su lenguaje está la ley de la bondad”.
Este es el caso. La sabiduría está en la voz de Lola y, en su lenguaje, el de este libro, EGELASTA, está la Ley de su bondad y otros valores circundantes.
Esa podría ser la síntesis profunda de su personalidad de escritora. Lo dice en alguno de sus versos:
“…. nos hacíamos fuertes / junto al lenguaje de las inclemencias. “//
De alguna manera, este libro suyo y alguno de los otros ya publicados con anterioridad, van asociados a una historia dramática, formando parte de un ámbito poético que no ha podido eludir. Supone la existencia de una historia veraz de dolor, la cual ella ha vestido de limpio con una filosofía poética en el núcleo, largamente cultivado, y un reconocimiento también de la identificación de su sensibilidad con la naturaleza. Como veremos más adelante, el paisaje nos le presenta con dimensión humana, en una prosopopeya total y profunda.
Lola cierra, con este libro, y desde mi opinión, una larga etapa de su vida y de su obra poética; al mismo tiempo se inicia otra etapa, cuya resultante lírica estoy seguro veremos pronto. Lo dice en EGELASTA:
“…rememoro la imagen / de los seres queridos de mi vida….”
Principio básico de esta obra es su padre, con el que cierra el ciclo de toda una época poética; dirigiéndose a él, dice:
:…..”Y tu, secuencia activa / de las generaciones.”
La poesía de Lola no se puede juzgar con ligereza. Es sintética, en el sentido de concentrada, en la que hay que destacar ese final de un período de su vida. Es como la síntesis de los acaeceres vitales de unos doce o catorce años. En esta obra, a veces, no se percibe el contexto temporal, sino que es como un tiempo abstracto, que va para atrás y que vuelve otra vez. Los dos últimos poemas del libro “Todo es tiempo” y “En la Calle del Niño continúas”, se ve perfectamente que entrega sus recuerdos dolorosos al paisaje y allí los deja para siempre. Es el momento de iniciar una nueva etapa, así lo creo yo, así lo deduzco:
“Mas, sobre todo, padre mío sigues / en el temple más noble, / más sabio y generoso / de cuantos nos prendaste de por vida. /……….. “Todo se desvanece. / La ausencia lleva un texto edulcorado. “ ///.
Y recuperando su fortaleza dice en uno de sus poemas:
“Todo vuelve a ser mío. / Abandoné el dolor como si nunca / hubiera sido estable. / Ni siquiera percibo su nostalgia. //
Entendida esa ruta del libro conviene volver a él, a fin de tratar de destacar sus valores:
Es un libro secuencial. Su índice es como un silogismo:
“Introducción; el tiempo (localizado aparentemente, solo aparentemente, en el verano); la voz de la tierra; abatimiento (producido por el dolor); evocación (los recuerdos se van y hay que atraerlos al presente para volver a sentir el dolor); otra vez la energía (del dolor se sale); en el proceso del tiempo (quedan las huellas, los vestigios de lo vivido); el sueño (se van las personas, el dolor, queda el paisaje con emociones humanas, que invitan al sueño o al ensueño de lo cumplido o lo no alcanzado)”.
No olvidemos que la poesía es el arte de la palabra. Por ello Lola atiende el lenguaje que, en este caso, es elegante, rico y propio. Expresa lo que quiere expresar aprovechando los recursos que el lenguaje poético ofrece.
Entre ellos:
El gesto regional del dialecto murciano, el habla materna de la autora, queda expresado: “solecico” (diminutivo de sol, forma murciana)
Otro recurso que utiliza con acierto es un hipérbaton, ligeramente disimulado en el contexto:
“Camina el sol dorando por las cosas / como el horno de leña las hogazas. “
Orden gramatical, “camina el sol por las cosas dorándolas como [dora] el horno de leña las hogazas”.
Dentro de este contexto de la preocupación por el idioma, la autora crea vocabulario, (neologismos), siguiendo las reglas de nuestra gramática; y recupera términos que están en el habla de lugareños o de los expertos, y los propone dentro de su obra. También rescata términos de su tierra de origen o de su profesión y los propone en el devenir de su poesía:
Porseguera (polvareda). acansinada (esta palabra no existe, pero sigue las reglas del idioma en la construcción del neologismo). Bambolla. Escorzoneras (hierbas). Terregoso (lugar lleno de tierra). Alpicoces (especie de melón, cohombro); ardachos (lagartija grande), abuchábanos (buñuelos), rustidera (asadera), esclata, de esclatar (explotar: [emplea dos veces este verbo en la obra] verbo que no existe en castellano, pero sí en catalán, y le trae a sus versos, por los pelos, como modismo y que se entiende). Capazos, airón, pinchosas.
Pero vayamos ya al contenido, la filosofía poética que esta inmersa en EGELASTA:
Este libro representa una manifestación poética del dolor que hace alargarse el tiempo y poco a poco; el caudal del agua de las obligaciones y deberes, le van sumergiendo en una especie de burbuja fluida, bajo la que el espíritu se refugia para no estar dolorido constantemente. Esta inmersión es, para la autora, una cobertura, un nuevo espacio, en el que se refugian las tristezas que nos hieren el alma. La separación es como un final tortuoso, aunque, en el término “tortuoso”, hay una traslación de significado, porque para ella, en el contexto del poema, significa “tortura”
Con el paisaje vacío y las resonancias de los ausentes, se cierra el ciclo de la definición de la muerte:
………..“ajena a realidades, tan desnuda, / me sublevo y reclamo tu cariño, / la voz que ya no escucho. / Atónita, transito tu memoria ……….“
El mismo tiempo es otra fuerza que arrincona la pena de hoy y queda grabada, parada, sujeta, por las palabras que se escriben o pronuncian.
Para Lola, el dolor tiene un color. Lo dice expresamente; “el dolor se hizo pardo” (es una sinestesia novedosa y original).
Ella poetiza sobre el dolor producido por la muerte de los cercanos. La muerte de los allegados no impide la contemplación de los escenarios. Es el eterno dilema del por qué y el cómo de la ausencia definitiva. Para la autora es un “desgarro” ese por qué. Todo sigue adelante aunque notemos esa ausencia y no nos expliquemos el hecho de la separación. El mundo no se entera de nuestra ausencia…. (Lo decía Juan Ramón….Y yo me iré/ y seguirán los pájaros cantando/ ……
El dolor producido por una ausencia definitiva, hace que ese alguien quede sin gestos, ni voz y, por ello, deja de ser objeto de comunicación. En esa experiencia de la ausencia, el resto de la sociedad y el poeta mismo siguen haciendo las mismas cosas y ofrecen la realidad de que el mundo no se hunde. Lola llega a expresar que por un lado siente un alivio al ver que el mundo sigue y por otro siente que el dolor intensifica su expresión, impregnando los ambientes que vive el poeta, la poetisa en este caso. Lo exprese por medio de metáforas a fin de ofrecer al lector su desgarro interior producido por las carencias de la comunicación con el ser que se ausentó y que ahora se expresa mediante secuencias de distintos aspectos interiores del espíritu. Traumatiza tanto la muerte que el ser humano se niega a aceptarla y quisiera que algo o alguien engañase al pensamiento de modo que las resonancias del ausente siguieran resonando aunque sólo fuere en el recuerdo, como una esencia real y temporal.
“Que enmudezca la muerte……. “Que engañe al pensamiento y le distraiga / de lo que ya no existe resonando, / de lo que tanto añoro / cual si fuera el aliento de mi vida “.
En esta escala la poetisa llega a los recuerdos entrañables de escenarios y momentos que le acercan a la evocación provocadora del desaliento que causa lo imposible, por ser inalcanzable el retroceso en las secuencias ensoñadas. La pena, el dolor, son un desorden; la muerte es un desorden; la ausencia es un desorden; pero se asume ese desorden como consuelo. Los sentimientos lo perciben y acaso el desorden lo producen los propios sentimientos. Las cosas son las que nos acercan a los recuerdos vitales. Esas cosas marcan la intensidad de lo vivido. Forman un escenario que aviva los recuerdos, en los que se subrayan valores y conductas.
El dolor producido por la muerte del ser, ausente ya, deforma la silueta de quien carece ya de gestos y de voz. Deja de ser objetivo de la comunicación, pero hace reflexionar sobre las omisiones, ya que la ausencia produce la tristeza y el desencanto:
“Nos queda el desencanto / y húmedas impurezas en la piel”.
Una secuencia de aspectos interiores del espíritu: Los recuerdos pasados producen evocaciones de escenarios y momentos, las evocaciones encarnan desaliento, porque es imposible el retroceso.
No se quiere asumir la idea de la ausencia absoluta y hasta quisiera inventar actuaciones de presencia, en una semiinconsciencia, calculada, ya que no comprende cómo es posible seguir viviendo. Expresa en flases la definición del vacío en los lugares a los que el ausente dio calidez humana.
Tiene conciencia de ello y aguanta, y por eso la definimos como la “mujer fuerte”, que dije más arriba. Lo explica:
….”¡Cómo bromea la imaginación!. / ¡Resulta tan espléndido inventarte / de nuevo en ….//”
Unido a la evocación llega al paisaje. Las personas siempre tienen un paisaje. Lola, propone o plantea el libro Egelasta, en un paisaje rural o semiurbano, tal como ella lo concibe. Dota al paisaje de una prosopopeya total y totalizada, llena de referencias. En algún momento de su obra ella dice:
…….”he ingerido su tiniebla”….. (la del paisaje)
Realmente todo el paisaje es ingerido por ella y le dota de valores, sentimientos, emociones. Por ejemplo la visión de la noche:
“rebota de alma en alma, prolifera / por todas las galaxias. / Inapropiada y cósmica lujuria / equidistante al reino / de los tiempos que corren.
Planean los presagios./
Los paisajes son los mismos pero la ausencia hace que los veamos distintos, porque parece como si el ausente debiera estar en él, aunque ya no está.
Hay un momento en el libro en el cual Lola decide no pensar en el ausente. Presiente que no es posible. Sin embargo intenta separar, suavemente, de los ausentes, los recuerdos que denuncian la ausencia.
“Eres la resistencia, la inducción que mantiene / algo que no concluye / y en lo que sobrenado.” /
Resumiendo: el paisaje para la autora es la Naturaleza y la mantiene como una “naturaleza dinámica y trascendente” y la entiende también como una biosfera con una gran fuerza motriz, una energía:
“Llega la madrugada / golpeando infinitos, / cubriendo de blancura monte y casa, / con un arpegio sordo / que cumple su misión. “….. “Carece de emociones la biosfera, / Por más que las suscite, / sólo esclata apogeos, / y su fuerza motriz / es la regla fugaz de sucesiones, / y no domina nada, más que el tiempo, / el aroma inviolable de su garra.” ….. “De liebres y perdices brinca el monte. / Otra vez la energía. “/
La vida humana la percibe Lola unida al paisaje y en ello es donde encuentra el estímulo al dolor y el estímulo para seguir viviendo: observando el paisaje
….”se levanta y te descubro pleno, / junto a lo más profundo / y lo más positivo de si mismo. “
Como veis, en estos versos distingue el efecto poético y vital de la biosfera y de la totalidad de la naturaleza.
Con el paisaje vacío y las resonancias ausentes se cierra el ciclo de la definición de la muerte. Pero no hay visión de la muerte sin que haya una referencia a la vida, para destacar el contraste.
En esta obra poética que presentamos, puede que no haya una filosofía de la vida, pero hay una visión poética de los fenómenos humanos.
“El ánimo semeja / vibrar en el compás / de la estación que ocupa, / en la arruga del frío, / en la niebla oscurita del otoño
. / Y acaso tengo miedo y pesadumbre” ……..
Propone que la vida es como una energía que se trasforma, nos transforma, y el ser humano aplica esa energía a todos sus mundos y hace que nos sigamos manteniendo como seres permanentes a pesar de esa trasformación. La vida solamente puede explicarse por la energía. Y a veces notamos que nos falta apoyo vital en ese devenir transformador, que agota a las personas y las dota, como de un
…………….“augurio de la abulia de la muerte”…………
Nota que le falta el apoyo vital en el devenir; su caducidad se siente:
….”esta caducidad de la materia / que se puede sentir y que subleva; /
Se le escapa, como en chispazos, el sentimiento fatalista de la vida:
“Amaino ramalazos del rescoldo, / porque estoy abocada a irme contigo. “
Tras la presencia de la muerte, la vida es otra, tanto en el ambiente, como en la sensibilidad íntima.
“Tengo otro yo por dentro: es el que grita/ en busca de respuestas “
Y al final el “más allá” que define como una dimensión distinta e imposible de acceder a ella porque es:
“el preferente espacio de la calma”. “ Sin embargo, te hallas /en una dimensión que me es vedada / y que tal vez, resuena /junto a las nebulosas, / allí donde las flores son distintas”……../
Y la expresión poética de la resurrección:
“Unos en otros siempre perduramos.”
Dentro del transcurrir poético de esta obra, EGELASTA, a la autora, aunque lo pretendiera, le es imposible apartar los recuerdos porque vienen con el ciclo natural de los días, la luz, el aire, el sol, el calor del día y los fenómenos geográficos:
“te adivino en las ascuas de la luz / que enciende y multiplica / la amanecida aguja de los pinos. / Me llegas por el aire, por el sol / que hace tibias las horas / de este invierno imposible. “//
Y por último destaca los poderes de las evocaciones de hechos, para asumir las ausencias. Estas, como decíamos más atrás, producen el desaliento de lo imposible y en ese desaliento está el dolor.
“Y padecí contigo el desaliento/ de recordar, por algo intrascendente, / que se nos escapaba sin remedio / la vida con las horas / y no iba a ser posible otro verano.”
A veces la autora encuentra evocaciones de segundo grado, es decir, evocaciones de otras evocaciones. Nos recuerda esta posición poética, el poema de Antonio Machado: “De toda la memoria, sólo vale/
el don preclaro de evocar los sueños.” Poema LXXXIX de “Soledades”
Esta obra poética, EGELASTA, de Lola Vicente, la definiría yo como la poesía de las cuatro energías: la naturaleza, la vida, el dolor íntimo y personal y la capacidad de evocación que tenemos todos los seres humanos.
En esa evocación de sueños y dolores están las claves definitivas para leer y entender con toda profundidad este libro de poesía, escrito con la inspiración del dolor y con la justeza del conocimiento del idioma y del lenguaje poético que Lola Vicente cultiva con el amor de una necesidad. Nos presenta, en fin, una aventura interior, en el mundo de su sensibilidad, provocada por los sucesos dolorosos que han jalonado una etapa importante de su vida.
Y el futuro está ya marcando los nuevos versos que Lola ha de componer y que, por el contexto de este libro, está ya componiendo.
La presentación de un libro debe contener una explicación que, de alguna manera, justifique por qué el autor, autora en este caso, sintió la necesidad de escribirle. También debe contener las notas distintivas del contenido de la obra, a fin de que el lector pueda disfrutar mucho más en la lectura. Y posibilitar que el lector llegue más al fondo de su contenido.
Desde la lectura atenta de EGELASTA, interpreto que es un desahogo o una liberación del corazón de la autora, por todos los hechos luctuosos que le han acontecido. Algunos fueron traumáticos. Muchos espejos se le rompieron y siguió adelante como la mujer fuerte que es. Recordamos de Capítulo 31 de los Proverbios: “La mujer fuerte ¿quién la hallará?.... Se ciñe de fortaleza y esfuerza sus brazos........Se reviste de fortaleza y de gracia y sonríe ante el porvenir…..La sabiduría abre su boca y en su lenguaje está la ley de la bondad”.
Este es el caso. La sabiduría está en la voz de Lola y, en su lenguaje, el de este libro, EGELASTA, está la Ley de su bondad y otros valores circundantes.
Esa podría ser la síntesis profunda de su personalidad de escritora. Lo dice en alguno de sus versos:
“…. nos hacíamos fuertes / junto al lenguaje de las inclemencias. “//
De alguna manera, este libro suyo y alguno de los otros ya publicados con anterioridad, van asociados a una historia dramática, formando parte de un ámbito poético que no ha podido eludir. Supone la existencia de una historia veraz de dolor, la cual ella ha vestido de limpio con una filosofía poética en el núcleo, largamente cultivado, y un reconocimiento también de la identificación de su sensibilidad con la naturaleza. Como veremos más adelante, el paisaje nos le presenta con dimensión humana, en una prosopopeya total y profunda.
Lola cierra, con este libro, y desde mi opinión, una larga etapa de su vida y de su obra poética; al mismo tiempo se inicia otra etapa, cuya resultante lírica estoy seguro veremos pronto. Lo dice en EGELASTA:
“…rememoro la imagen / de los seres queridos de mi vida….”
Principio básico de esta obra es su padre, con el que cierra el ciclo de toda una época poética; dirigiéndose a él, dice:
:…..”Y tu, secuencia activa / de las generaciones.”
La poesía de Lola no se puede juzgar con ligereza. Es sintética, en el sentido de concentrada, en la que hay que destacar ese final de un período de su vida. Es como la síntesis de los acaeceres vitales de unos doce o catorce años. En esta obra, a veces, no se percibe el contexto temporal, sino que es como un tiempo abstracto, que va para atrás y que vuelve otra vez. Los dos últimos poemas del libro “Todo es tiempo” y “En la Calle del Niño continúas”, se ve perfectamente que entrega sus recuerdos dolorosos al paisaje y allí los deja para siempre. Es el momento de iniciar una nueva etapa, así lo creo yo, así lo deduzco:
“Mas, sobre todo, padre mío sigues / en el temple más noble, / más sabio y generoso / de cuantos nos prendaste de por vida. /……….. “Todo se desvanece. / La ausencia lleva un texto edulcorado. “ ///.
Y recuperando su fortaleza dice en uno de sus poemas:
“Todo vuelve a ser mío. / Abandoné el dolor como si nunca / hubiera sido estable. / Ni siquiera percibo su nostalgia. //
Entendida esa ruta del libro conviene volver a él, a fin de tratar de destacar sus valores:
Es un libro secuencial. Su índice es como un silogismo:
“Introducción; el tiempo (localizado aparentemente, solo aparentemente, en el verano); la voz de la tierra; abatimiento (producido por el dolor); evocación (los recuerdos se van y hay que atraerlos al presente para volver a sentir el dolor); otra vez la energía (del dolor se sale); en el proceso del tiempo (quedan las huellas, los vestigios de lo vivido); el sueño (se van las personas, el dolor, queda el paisaje con emociones humanas, que invitan al sueño o al ensueño de lo cumplido o lo no alcanzado)”.
No olvidemos que la poesía es el arte de la palabra. Por ello Lola atiende el lenguaje que, en este caso, es elegante, rico y propio. Expresa lo que quiere expresar aprovechando los recursos que el lenguaje poético ofrece.
Entre ellos:
El gesto regional del dialecto murciano, el habla materna de la autora, queda expresado: “solecico” (diminutivo de sol, forma murciana)
Otro recurso que utiliza con acierto es un hipérbaton, ligeramente disimulado en el contexto:
“Camina el sol dorando por las cosas / como el horno de leña las hogazas. “
Orden gramatical, “camina el sol por las cosas dorándolas como [dora] el horno de leña las hogazas”.
Dentro de este contexto de la preocupación por el idioma, la autora crea vocabulario, (neologismos), siguiendo las reglas de nuestra gramática; y recupera términos que están en el habla de lugareños o de los expertos, y los propone dentro de su obra. También rescata términos de su tierra de origen o de su profesión y los propone en el devenir de su poesía:
Porseguera (polvareda). acansinada (esta palabra no existe, pero sigue las reglas del idioma en la construcción del neologismo). Bambolla. Escorzoneras (hierbas). Terregoso (lugar lleno de tierra). Alpicoces (especie de melón, cohombro); ardachos (lagartija grande), abuchábanos (buñuelos), rustidera (asadera), esclata, de esclatar (explotar: [emplea dos veces este verbo en la obra] verbo que no existe en castellano, pero sí en catalán, y le trae a sus versos, por los pelos, como modismo y que se entiende). Capazos, airón, pinchosas.
Pero vayamos ya al contenido, la filosofía poética que esta inmersa en EGELASTA:
Este libro representa una manifestación poética del dolor que hace alargarse el tiempo y poco a poco; el caudal del agua de las obligaciones y deberes, le van sumergiendo en una especie de burbuja fluida, bajo la que el espíritu se refugia para no estar dolorido constantemente. Esta inmersión es, para la autora, una cobertura, un nuevo espacio, en el que se refugian las tristezas que nos hieren el alma. La separación es como un final tortuoso, aunque, en el término “tortuoso”, hay una traslación de significado, porque para ella, en el contexto del poema, significa “tortura”
Con el paisaje vacío y las resonancias de los ausentes, se cierra el ciclo de la definición de la muerte:
………..“ajena a realidades, tan desnuda, / me sublevo y reclamo tu cariño, / la voz que ya no escucho. / Atónita, transito tu memoria ……….“
El mismo tiempo es otra fuerza que arrincona la pena de hoy y queda grabada, parada, sujeta, por las palabras que se escriben o pronuncian.
Para Lola, el dolor tiene un color. Lo dice expresamente; “el dolor se hizo pardo” (es una sinestesia novedosa y original).
Ella poetiza sobre el dolor producido por la muerte de los cercanos. La muerte de los allegados no impide la contemplación de los escenarios. Es el eterno dilema del por qué y el cómo de la ausencia definitiva. Para la autora es un “desgarro” ese por qué. Todo sigue adelante aunque notemos esa ausencia y no nos expliquemos el hecho de la separación. El mundo no se entera de nuestra ausencia…. (Lo decía Juan Ramón….Y yo me iré/ y seguirán los pájaros cantando/ ……
El dolor producido por una ausencia definitiva, hace que ese alguien quede sin gestos, ni voz y, por ello, deja de ser objeto de comunicación. En esa experiencia de la ausencia, el resto de la sociedad y el poeta mismo siguen haciendo las mismas cosas y ofrecen la realidad de que el mundo no se hunde. Lola llega a expresar que por un lado siente un alivio al ver que el mundo sigue y por otro siente que el dolor intensifica su expresión, impregnando los ambientes que vive el poeta, la poetisa en este caso. Lo exprese por medio de metáforas a fin de ofrecer al lector su desgarro interior producido por las carencias de la comunicación con el ser que se ausentó y que ahora se expresa mediante secuencias de distintos aspectos interiores del espíritu. Traumatiza tanto la muerte que el ser humano se niega a aceptarla y quisiera que algo o alguien engañase al pensamiento de modo que las resonancias del ausente siguieran resonando aunque sólo fuere en el recuerdo, como una esencia real y temporal.
“Que enmudezca la muerte……. “Que engañe al pensamiento y le distraiga / de lo que ya no existe resonando, / de lo que tanto añoro / cual si fuera el aliento de mi vida “.
En esta escala la poetisa llega a los recuerdos entrañables de escenarios y momentos que le acercan a la evocación provocadora del desaliento que causa lo imposible, por ser inalcanzable el retroceso en las secuencias ensoñadas. La pena, el dolor, son un desorden; la muerte es un desorden; la ausencia es un desorden; pero se asume ese desorden como consuelo. Los sentimientos lo perciben y acaso el desorden lo producen los propios sentimientos. Las cosas son las que nos acercan a los recuerdos vitales. Esas cosas marcan la intensidad de lo vivido. Forman un escenario que aviva los recuerdos, en los que se subrayan valores y conductas.
El dolor producido por la muerte del ser, ausente ya, deforma la silueta de quien carece ya de gestos y de voz. Deja de ser objetivo de la comunicación, pero hace reflexionar sobre las omisiones, ya que la ausencia produce la tristeza y el desencanto:
“Nos queda el desencanto / y húmedas impurezas en la piel”.
Una secuencia de aspectos interiores del espíritu: Los recuerdos pasados producen evocaciones de escenarios y momentos, las evocaciones encarnan desaliento, porque es imposible el retroceso.
No se quiere asumir la idea de la ausencia absoluta y hasta quisiera inventar actuaciones de presencia, en una semiinconsciencia, calculada, ya que no comprende cómo es posible seguir viviendo. Expresa en flases la definición del vacío en los lugares a los que el ausente dio calidez humana.
Tiene conciencia de ello y aguanta, y por eso la definimos como la “mujer fuerte”, que dije más arriba. Lo explica:
….”¡Cómo bromea la imaginación!. / ¡Resulta tan espléndido inventarte / de nuevo en ….//”
Unido a la evocación llega al paisaje. Las personas siempre tienen un paisaje. Lola, propone o plantea el libro Egelasta, en un paisaje rural o semiurbano, tal como ella lo concibe. Dota al paisaje de una prosopopeya total y totalizada, llena de referencias. En algún momento de su obra ella dice:
…….”he ingerido su tiniebla”….. (la del paisaje)
Realmente todo el paisaje es ingerido por ella y le dota de valores, sentimientos, emociones. Por ejemplo la visión de la noche:
“rebota de alma en alma, prolifera / por todas las galaxias. / Inapropiada y cósmica lujuria / equidistante al reino / de los tiempos que corren.
Planean los presagios./
Los paisajes son los mismos pero la ausencia hace que los veamos distintos, porque parece como si el ausente debiera estar en él, aunque ya no está.
Hay un momento en el libro en el cual Lola decide no pensar en el ausente. Presiente que no es posible. Sin embargo intenta separar, suavemente, de los ausentes, los recuerdos que denuncian la ausencia.
“Eres la resistencia, la inducción que mantiene / algo que no concluye / y en lo que sobrenado.” /
Resumiendo: el paisaje para la autora es la Naturaleza y la mantiene como una “naturaleza dinámica y trascendente” y la entiende también como una biosfera con una gran fuerza motriz, una energía:
“Llega la madrugada / golpeando infinitos, / cubriendo de blancura monte y casa, / con un arpegio sordo / que cumple su misión. “….. “Carece de emociones la biosfera, / Por más que las suscite, / sólo esclata apogeos, / y su fuerza motriz / es la regla fugaz de sucesiones, / y no domina nada, más que el tiempo, / el aroma inviolable de su garra.” ….. “De liebres y perdices brinca el monte. / Otra vez la energía. “/
La vida humana la percibe Lola unida al paisaje y en ello es donde encuentra el estímulo al dolor y el estímulo para seguir viviendo: observando el paisaje
….”se levanta y te descubro pleno, / junto a lo más profundo / y lo más positivo de si mismo. “
Como veis, en estos versos distingue el efecto poético y vital de la biosfera y de la totalidad de la naturaleza.
Con el paisaje vacío y las resonancias ausentes se cierra el ciclo de la definición de la muerte. Pero no hay visión de la muerte sin que haya una referencia a la vida, para destacar el contraste.
En esta obra poética que presentamos, puede que no haya una filosofía de la vida, pero hay una visión poética de los fenómenos humanos.
“El ánimo semeja / vibrar en el compás / de la estación que ocupa, / en la arruga del frío, / en la niebla oscurita del otoño
. / Y acaso tengo miedo y pesadumbre” ……..
Propone que la vida es como una energía que se trasforma, nos transforma, y el ser humano aplica esa energía a todos sus mundos y hace que nos sigamos manteniendo como seres permanentes a pesar de esa trasformación. La vida solamente puede explicarse por la energía. Y a veces notamos que nos falta apoyo vital en ese devenir transformador, que agota a las personas y las dota, como de un
…………….“augurio de la abulia de la muerte”…………
Nota que le falta el apoyo vital en el devenir; su caducidad se siente:
….”esta caducidad de la materia / que se puede sentir y que subleva; /
Se le escapa, como en chispazos, el sentimiento fatalista de la vida:
“Amaino ramalazos del rescoldo, / porque estoy abocada a irme contigo. “
Tras la presencia de la muerte, la vida es otra, tanto en el ambiente, como en la sensibilidad íntima.
“Tengo otro yo por dentro: es el que grita/ en busca de respuestas “
Y al final el “más allá” que define como una dimensión distinta e imposible de acceder a ella porque es:
“el preferente espacio de la calma”. “ Sin embargo, te hallas /en una dimensión que me es vedada / y que tal vez, resuena /junto a las nebulosas, / allí donde las flores son distintas”……../
Y la expresión poética de la resurrección:
“Unos en otros siempre perduramos.”
Dentro del transcurrir poético de esta obra, EGELASTA, a la autora, aunque lo pretendiera, le es imposible apartar los recuerdos porque vienen con el ciclo natural de los días, la luz, el aire, el sol, el calor del día y los fenómenos geográficos:
“te adivino en las ascuas de la luz / que enciende y multiplica / la amanecida aguja de los pinos. / Me llegas por el aire, por el sol / que hace tibias las horas / de este invierno imposible. “//
Y por último destaca los poderes de las evocaciones de hechos, para asumir las ausencias. Estas, como decíamos más atrás, producen el desaliento de lo imposible y en ese desaliento está el dolor.
“Y padecí contigo el desaliento/ de recordar, por algo intrascendente, / que se nos escapaba sin remedio / la vida con las horas / y no iba a ser posible otro verano.”
A veces la autora encuentra evocaciones de segundo grado, es decir, evocaciones de otras evocaciones. Nos recuerda esta posición poética, el poema de Antonio Machado: “De toda la memoria, sólo vale/
el don preclaro de evocar los sueños.” Poema LXXXIX de “Soledades”
Esta obra poética, EGELASTA, de Lola Vicente, la definiría yo como la poesía de las cuatro energías: la naturaleza, la vida, el dolor íntimo y personal y la capacidad de evocación que tenemos todos los seres humanos.
En esa evocación de sueños y dolores están las claves definitivas para leer y entender con toda profundidad este libro de poesía, escrito con la inspiración del dolor y con la justeza del conocimiento del idioma y del lenguaje poético que Lola Vicente cultiva con el amor de una necesidad. Nos presenta, en fin, una aventura interior, en el mundo de su sensibilidad, provocada por los sucesos dolorosos que han jalonado una etapa importante de su vida.
Y el futuro está ya marcando los nuevos versos que Lola ha de componer y que, por el contexto de este libro, está ya componiendo.
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